Este domingo se juega la final entre la Argentina de Messi y la Francia de Mbappé, Griezmann, etc. No me gusta la chulería argentina, lo mismo que no me gusta la chulería madridista ni ninguna chulería, pero yo quiero que gane Argentina. Sé que hay una prensa madridista que quiere que gane Francia porque en el equipo blanquiazul juega Messi, jugador al que odian los ronceros y marotos de turno y eso que se llama el madridismo. Messi es el mejor jugador del planeta de los últimos 15 años y a su lado Ronaldo es –mejor dicho, fue- un gran finalista, un gran rematador, solo eso y es bastante. Nada me motiva Francia, que tiene un juego vulgar pero que resuelve al final con acciones individuales y me llevé un disgusto cuando sobrevivió a Marruecos, la inolvidable. Y eso tiene su ideología, esa visión de que todo depende de los mejores, que los más normales, los que no alcanzan la cúspide propenden al anonimato tiene su ideología reaccionaria. A los que nos gusta el futbol claro que nos gusta ver a los mejores jugando, pero también a los equipos dominando por el juego colectivo, como hace Alemania o España. Y me gusta la selección española desde que se ha derribado el mito franquista de la furia y se ha sustituido por el juego inteligente y tendente al dominio deportivo en la cancha, que diría un argentino. Luego puede venir los resultados o no, pero siempre he odiado la furia como si el futbol fuera una pelea navajera, como si solo pudiera en el encuentro sobrevivir uno de los contendientes, lo cual tiene su ideología, una ideología fascista, la ideología de la aniquilación del contrario, del que no es como tú, del que no piensa como tú, del que ha nacido en otra tierra.
Me gusta y siempre me ha gustado como juega Argentina aunque no sus excesos antideportivos. Es verdad que si a la actual Argentina le quitas a Messi se convierte en un buen equipo, de los mejores, pero solo uno más. Messi es el factor diferencial, pero es lo que hay. Lo mismo le pasa a Francia si no juega Pogba, Benzema, Griezmann o Mbappé. Francia tiene más figuras pero a mí me aburre, lo mismo que me ocurría con Alemania, el equipo del cual decía Valdano: “tercer bostezo, gol de Alemania”, aunque siempre esperaba algo de su juego y compromiso colectivo. Siempre Alemania tenía uno o dos jugadores notables que, unido a la solvencia de su juego colectivo, le ha permitido ganar 4 mundiales y 3 europeos. Pero eso es historia y el equipo germano no parece levantar cabeza como favorito aunque siempre está ahí.
En cuanto a España solo una minoría disfrutamos de su juego colectivo, aunque deseemos que sea más eficaz en el detalle de los goles pero, en contra de los ronceros y marotos, a mí me gusta tanto cuando golea a Croacia, a Alemania, a Argentina o a Costa Rica merced a su juego colectivo, como cuando pierde o la eliminan por penaltis, cosa ocurrida en este mundial y en el anterior ante Rusia. Hay dos cosas injustas en el futbol: que depende de que entre la pelotita y de que las competiciones mundiales y continentales sean, en sus fases finales, eliminatorias. Si el Mundial es cada 4 años –mejor cada 2- al menos que sea fruto de una liga mundial. Lo de la pelotita es lo que hay y es la emoción, la chicha, la guinda, y no puede ni debe cambiarse, pero lo segundo se puede cambiar.
Y si el futbol debe representar a los países, también
debe representar lo mejor de la humanidad y eso lo hace incompatible con las
autocracias y dictaduras que asolan el planeta. Sé que es una postura radical,
pero si yo fuera jugador no iría a jugar a países donde los derechos humanos
son chapapote o donde unas naciones agreden a otras, como es el caso ahora de
Russia en Ucrania, de Israel con los palestinos, de USA cuando atacó a Irak, o cuando
en España sufrimos la dictadura franquista, y un largo etcétera. Y el futbol
puede ayudar a cambiar la naturaleza de las cosas; es en realidad el único
deporte que puede ayudar a cambiarlo, lo mismo que ayuda el turismo o Internet.