domingo, 23 de abril de 2023

LA LEYENDA NEGRA Y LA IZQUIERDA ESPAÑOLA

 

Antonio Mora Plaza


 "Economista, licenciado por la UCM, bancario, ha trabajado para CC.OO. Seis libros publicados, cuatro de ellos de análisis económico y dos de literatura. Autor, además, de numerosos artículos de economía publicados en revistas especializadas. Colaborador habitual en la revista digital Nueva Tribuna".

        Acabar con la dictadura franquista no ha sido gratis y algunos de los efectos colaterales los estamos soportando. Por ejemplo, uno de ellos es la imposibilidad de consolidar una derecha política no franquista en nuestro país. Así vemos el colapso del partido de Ciudadanos, aunque es verdad que en gran medida por errores propios, principalmente por uncirse al PP para llegar a Comunidades y Ayuntamiento, que a su vez el partido de Feijóo anda hermanado impúdicamente con la extrema derecha. Pero en el fondo creo que también es verdad que hay un sustrato franquista en una parte de la derecha sociológica de este país, además de un espíritu anticatalanista. Este es un efecto colateral del franquismo sociológico, residual, pero no despreciable; y es tan poco despreciable que el PP no parece que pueda rehuirlo si quiere colocar a Feijóo en la Moncloa. Pero no quería centrarme en este efecto colateral porque ese efecto, si la izquierda política lo sabe aprovechar a base de inteligencia, puede consolidarse en esa misma Moncloa por varias legislaturas. Ese otro efecto colateral es cultural y tiene que ver con el error cometido durante la dictadura franquista y también en la llamada Transición –y que aún perdura– y es el hecho de que la izquierda en general –puede haber matices– utilizó contra el franquismo tópicos y falsedades elaboradas por otras culturas y otros países contra España. Es el caso de la Leyenda Negra. Ese error aún lo estamos pagando porque lo que está en juego en el planeta en el presente y, sobre todo, en el futuro en mi opinión, son tres esferas globales de influencia cultural, a saber: la esfera anglo-yanqui actual, la futura influencia cultural de la dictadura china y el hispanismo, lo cual sí que nos atañe. Y detrás de esto hay millones de puestos de trabajo en juego, además de otras cosas, porque detrás de esto está una de las industrias más importantes para nuestro país que es la industria del… idioma español. Los anglo-yanquis no temen la competencia que les pueda hacer la industria cultural del alemán, la del italiano e, incluso, la del francés, porque la lengua de este último está en decadencia y los otros apenas asoman la patita fuera de Europa. En cambio el español ya lo hablan en torno a 600 millones de ciudadanos en los cinco continentes; en USA no parece que los gobiernos puedan frenar su expansión porque ésta está ligado a la emigración en su frontera sur; en Brasil fue declarado segundo idioma porque, como dijo un presidente de este país, el país tiene dos fronteras: al este el Atlántico y al oeste el español. Este idioma, que nació en torno al año 1000 en la Castilla de entonces, es cada vez más demandado en todo el planeta. Y, por cierto, nadie ha hecho más por ese idioma que el genio más grande de la humanidad que fue Miguel Cervantes escribiendo el Quijote –además de otras obras inmortales– que hacen palidecer a los defensores de la “marca” Shakespeare como, por ejemplo, el tonto de Harold Bloom y su sesgado canon. Flaco favor nos hacen también hispanistas “amigos” que ahora niegan la decadencia hispana porque nunca hubo –según ellos– ascendencia, como es el caso de Henry Kamen en su La invención de España. Además el futuro del español está ligado al idioma portugués por la importancia de Brasil y porque la posibilidad de la confluencia de ambos idiomas en uno es sólo cuestión de tiempo. En realidad no tiene sentido que España y Portugal sean dos estados diferentes y su unificación de alguna manera ayudaría muchísimo al hispanismo, unidad que quería el escritor portugués Saramago. 

        Por eso es hora de hacer examen de conciencia y propósito de enmienda para sacudirnos desde dentro las mentiras inglesas y holandesas sobre España, sobre la labor del imperio español en la actual América Latina. Fue Guillermo de Orange (1533-1584) uno de los primeros creadores e impulsores de la leyenda negra, aunque fuera con deseo en principio loable de conseguir la independencia para los actuales Países Bajos de la esfera católica imperial. Pero eso sólo fue loable –si es que lo fue– en sus principios y deseos, porque fue salir de su Málaga para caer en su Malagón, dado que salir del imperio católico supuso caer en el medievalismo protestante, que hundió la cultura de la actual Alemania hasta llegar al Romanticismo. En efecto, el protestantismo al defender la predestinación y no las buenas obras, al considerar que la literatura no es invención, al considerar que el príncipe no debe preocuparse, ni procurar, ni financiar el arte en un momento en que los artistas y maestros dependían del erario público, al impedir la unificación de la actual Alemania, les impidió a los teutones de entonces tener un Renacimiento como el italiano y/o un Barroco como el español. Obsérvese que el máximo literato italiano es Dante que escribe su Comedia –luego apodada divina– entre 1304 y 1308; que el máximo representante del barroco español es Cervantes que escribe la suya que es el Quijote –y la obra cumbre de la humanidad– en 1605 la primera parte y en 1615 la segunda, que Calderón muere en 1680 y, en cambio, la actual Alemania tiene que esperar a los comienzos del siglo ¡XIX! para su Fausto de Goethe. Y Francia se libró por los pelos, porque si llegan a triunfar los hugonotes el desastre hubiera sido parecido y hubieran tenido que esperar a ¡Victor Hugo! y su grand siècle no hubiera existido –aunque no se pueda comparar con el español–; y es dudoso también que hubieran tenido la Revolución francesa, porque no la tuvo la Alemania de entonces por el colaboracionismo del protestantismo con los nobles para arrebatar las tierras a sus propios campesinos católicos. La ciencia y la técnica se pueden copiar e importa poco quién invente o descubra si no hay trabas para su transmigración, pero la Cultura y, en particular, la Literatura de cada país, sólo se puede traducir y eso malamente (traduttore, traditore). El hispanismo debe dar las gracias a Lutero, Calvino y sus acólitos por haber quitado a esta nuestra cultura la competencia cultural germana hasta el siglo XIX, que es cuando se crea el estado alemán actual (y eso en el último tercio del siglo con Bismark). Algo parecido ha ocurrido con el anglicanismo porque, aparte de la marca Shakespeare, los ingleses han tenido que esperar también al siglo XIX (época victoriana) para tener una literatura de cierto empaque. 

        Decía que está en juego millones de puestos de trabajo porque ya calculó el economista e historiador José Luis García Delgado que la industria derivada del idioma español sobrepasaba los dos dígitos del PIB. Y en el futuro puede aumentar junto con el turismo –y más si puede ser además turismo cultural, sin desdeñar el de sol y playa– de tal manera que puedan alcanzar e incluso sobrepasar el 30% del PIB. No nos debe apenar que la industria cada vez aporte menos, porque lo mismo ha ocurrido con la inglesa, con la italiana y está ocurriendo con la francesa y con la alemana, a pesar de las cuantiosas subvenciones de estos países a ese sector. España puede alcanzar en breve tiempo los 100 millones de turistas a poco que se lo proponga. Y sin olvidarnos de Portugal, porque estos dos países están llamados tarde o temprano a una unión política más o menos laxa. 

        Pero una de las tareas que tenemos que abordar es lo de sacudirnos la leyenda negra que utilizó o se apoyó nuestra izquierda en su lucha contra el franquismo. Por eso quiero traer aquí a colación el formidable libro de Marcelo Gullo Nada por lo que pedir perdón, donde el historiador argentino nos cuenta cuál fue en realidad el papel de los llamados conquistadores españoles. Sus sombras son una parte cierta de la leyenda negra, pero sus luces fueron formidables porque, cuando los hispanos conquistadores arribaron tierras americanas –Colón creyó hasta el final que habían llegado a la India– lucharon a favor de los pueblos sometidos por incas y aztecas y otros menos conocidos (pijaos, chiriguanos), los primeros dos imperios del continente con costumbres verdaderamente abyectas como era el canibalismo. Pero es que además de esta práctica –cuyo plato preferido por ejemplo por los aztecas eran los niños de menos de 12 años– estaba la prostitución obligada, practicada también por los aztecas. Marcelo Gullo nos dice que “es un hecho irrefutable que las mujeres tarahumaras, mayas, zapotecas, olmecas, totonacas, oltecas, tlaxcaltecas, otomíes, y chichimecas fueron sistemáticamente violadas por los guerreros aztecas, lo que explica que todas ellas recibieran a Cortés y a sus tropas como libertadores y que odiaran a los varones de su propio pueblo”. En páginas anteriores nos dice Gullo lo siguiente: “¿Debe avergonzarse España por haber puesto fin al genocidio de zapotecas, tlapanecas, huexotcincas, atlixcas, tlaxcaltecas o tizauhcóacs que los aztecas estaban realizando en Mesoamérica?”. Y los ejemplos del historiador argentino se multiplican por este lado de la leyenda; del otro lado, con los anglos de siempre y Guillermo de Orange, Lutero, Calvino, de tal manera que llega hasta nuestro días. Oía y veía estos días algunos vídeos estupendos del joven filósofo español Ernesto de Castro –que recomiendo– donde, por ejemplo, decía que Francisco Suárez –el teólogo español de la escuela de Salamanca– le consideraba el idealista y supremacista germano Hegel, como “el hombre a batir”. Entonces se dirimía en todos los terrenos la lucha entre la Reforma protestante de Lutero y compañía y la Contrarreforma de Trento (1545-1563). Y el caso es que la forma que tuvo de combatir el idealismo alemán al racionalismo católico fue omitir simplemente a Suárez porque era y representaba la ortodoxia teológica católica frente al medievalismo protestante, es decir, frente a la obra de Lutero y los suyos, que supuso para la Alemania actual la vuelta al Medioevo. Veamos lo que recoge Marcelo Gullo de Abraham M. Deborin –marxista, nada de filocatólico– de la arenga de Lutero a sus nobles príncipes de los cientos de estados germanos refiriéndose a los campesinos católicos: “Todo el que pueda aplastarlos, degollarlos y ensartarlos, en secreto y abiertamente, lo mismo que se mata a un perro rabioso. Por eso, amados señores, acudir en ayuda nuestra, salvadnos; que todos cuantos puedan, hieran, golpeen y degüellen, y si alguien alcanza la muerte, bienaventurado de él, pues no puede existir muerte mejor”. Este es Lutero y el luteranismo, lo que supuso una guerra durante más de un siglo entre los nobles teutones y los campesinos de sus propias tierras, porque tenían la desgracia de ser católicos, religión que heredaban sociológicamente como ocurre en todas partes. En los “tolerantes” Países Bajos de Guillermo de Orange echaron de Amsterdam al filósofo de origen portugués Barug Espinosa (1632-1677) por no aceptar el judaísmo ni ninguna religión oficial; en la “tolerante” Ginebra calvinista fue quemado vivo Miguel Servet en 1553 por no aceptar el misterio de la Santísima Trinidad y otras zarandajas. Volviendo al historiador Marcelo Gullo, podemos multiplicar los ejemplos que expone y a éste le podemos sumar la obra de Elvira Roca o la de Juan Eslava Galán y otros historiadores, que están desvelando las grandes mentiras de los septentrionales (anglos, holandeses y germanos principalmente) contra los meridionales (helenos, italianos, hispanos), porque los primeros sabían que la lucha por la supremacía se libra con todas las armas: militar, cultural, idiomática, política, ideológica, religiosa, diplomática, etc. Y el supremacismo germano –que en el fondo esconde un complejo de inferioridad–, cuyos máximos representantes han sido Goethe, Hegel, Nietzsche, Wagner, Heidegger, desembocó en el nazismo y en los 80 millones de muertos entre las dos guerras mundiales del siglo XX. Nada es inocente y menos cuando no lo parece. Es verdad que hay una diferencia, porque ahora la cultura helena e italiana, que siempre se ha de sustentar en un idioma, se han convertido en provinciales en un planeta globalizado en lo cultural, aunque su legado que es el helenismo y el renacentismo es envidiado e imperecedero; pero el hispanismo es actual, es planetario, universal, una alternativa al anglo-yanquismo y a lo que se nos viene desde Asia. Y por eso –igual que el teólogo Suárez en el siglo XVI– somos el enemigo a batir. En el hispanismo, con la lengua y la cultura en español y desde el español, tenemos la oportunidad de sacudirnos la influencia anglo-yanqui para extender la de de 22 naciones que tienen el español como lengua vernácula; que este idioma, junto con el portugués, supone actualmente más de 900 millones de hispano-portugueses hablantes nativos. Y la izquierda tiene también la oportunidad de dar un giro de 180 grados porque, lo que ya fue un error comprensible en la lucha contra la dictadura franquista, hoy sería un error enquistado contra el propio hispanismo cultural y los millones de puestos de trabajo en juego. Aunque solo sea por eso, que no solo ha de ser por eso. Hoy, defender el hispanismo, ensanchar sus límites con todos los medios pacíficos posibles respetando el planeta y a otras culturas, es también de izquierdas; es sobre todo de izquierdas. Desgraciadamente todavía hay muchos que desde las cátedras, desde la industria titulando en inglés, desde los llamados colegios bilingües, desde el desastre de Bolonia, desde la falta de revistas científicas reconocidas en español, etc., hay españoles, decía, que trabajan para el anglo-yanqui. Ahora toca ser de izquierdas en la Cultura y eso es defender el hispanismo en libertad, su ensanchamiento en el planeta, sin el menor asomo de chovinismo ni xenofobia, pero sin complejos.

lunes, 17 de abril de 2023

LAS GEMELAS Y EL MONSTRUO DE TRANSILVANIA

 


Antonio Mora Plaza

 "Economista, licenciado por la UCM, bancario, ha trabajado para CC.OO. Seis libros publicados, cuatro de ellos de análisis económico y dos de literatura. Autor, además, de numerosos artículos de economía publicados en revistas especializadas. Colaborador habitual en la revista digital Nueva Tribuna".

 

        A diferencia de su hermana Valentina, Laurita tenía la costumbre de empezar a leer los libros más o menos por la mitad y cuando su hermana se lo reprochaba esta era la explicación de Laurita:

          - Yo no tengo, Valentina, la paciencia que tienes tú por saber el final y a mí de las historias lo que me importa es el final. Los que escriben piensan que tenemos todo el tiempo del mundo para leer y no es verdad, y por eso escriben esos… mamotretos. Y otra cosa que no reparan los escritores es que las cosas de la vida no tienen emoción y sólo tienen… diversión o aburrimiento y leer tiene que ser divertido y la diversión del leer empieza cuando has leído la mitad de lo escrito, porque si no es divertido la segunda… mitad de un libro: ¿cómo va a ser divertido la primera mitad o el libro entero? Entiendes, Valentina.

          - ¿Has dicho mamotreto y también reparar? ¿De dónde sacas esas palabras que ni yo entiendo a pesar de ser más leída que tú? Además no has reparado que reparación puede ser como arreglar algo y no como tú lo has dicho, que es como pararse, darse cuenta.

          - Para que… repares Valentina lo mal que hablan los mayores, que emplean palabras que parecen significar una cosa y en realidad significan otra.

          - Pero los mayores se entienden entre ellos, lo cual significa que ellos tienen como un lenguaje diferente del nuestro porque emplean las mismas palabras pero que significan cosas diferentes de lo que pensamos. Bueno, Laurita, no sigamos por ahí que nos lleva a un… callejón sin salida –dijo Valentina como reflexionando sobre la última frase.

          - Lo ves, Valentina, tú has dicho callejón sin salida, pero es absurdo que exista un callejón sin salida porque, entonces, o no es callejón y tiene salida o lo que llaman callejón es como una calle… cortada. Por lo tanto no debiera existir esa cosa, expresión, frase, o como quiera que se llame, Valentina.

          - Creo, Laurita, que los mayores llaman a las cosas sin sentido… metáforas y eso es lo que debe ser, pero volvamos a la pregunta y díme qué estás leyendo que quiero compartir tus…, ¡qué rabia, no me sale una palabra ahora que vendría muy bien! Bueno, ya me entiendes lo que quiero decir.

          - Pues es una historia muy triste porque a ser como humano pero enorme y feo le persiguen porque dicen que ha cometido tres crímenes. Y lo peor es que si lo cogen lo matarán –explicó Laurita como preocupada.

          - Pero Laurita, eso es sólo una historia inventada, supongo.

          - Pero sabes Valentina que cuando hemos viajado atrás en el tiempo desde la Cueva siempre nos hemos encontrado con que era real, no libros más o menos bonitos con estampas donde descansar la vista y como ayuda a la imaginación. Podría ser verdad, es decir, estar basado en un hecho real y nosotras podríamos cambiar la historia real diga lo que diga el libro, que eso no nos importa, ¿no es así?

          - Podría ser, Laurita, pero el peligro es que nos veríamos envueltas en una persecución y ayudando al monstruo que dices y no sabemos que harían los llamemos… lugareños o la policía con nosotras. Además antes de ayudar tenemos que asegurarnos que es inocente, en este caso el monstruo –dijo Valentina dándose cuenta inmediatamente de lo flojo del argumento.

          - ¿Pero cómo vamos a saber si es inocente o no si no vamos? Por cierto, has dicho creo… lugareños, bonita palabra que viene seguro que de lugar, lo cual tiene un problema porque, según eso, todas la personas son lugareñas o lugareños porque todas viven en algún lugar. Nosotras, por ejemplo, somos… lugareñas de la Cueva de los Sueños, al igual que nuestras amigas y Tronco. Y eso significa que llamar lugareño a alguien es no decir nada de particular –dijo Laurita con satisfacción por demostrar tanta inteligencia como la listilla de su hermana.

          - Discrepo, aguda hermana, porque eso de llamar lugareño a determinada gente es para diferenciar entre los que viven habitualmente en un lugar y los que están solo de visita. Por ejemplo, nosotras no somos lugareñas cuando visitábamos a nuestras tías que tan lejos vivían –dijo Valentina con satisfacción.

          - Es posible que en este caso tengas razón y lugareño tenga razón de existir. Pero eso en esta historia es un problema porque al monstruo le persiguen precisamente porque no es un lugareño del lugar de los perseguidores –dijo Laurita.

          - Pero me has dicho, Laurita, que también le acusan por tres crímenes al monstruo ese.

          - Pero estoy segura, Valentina, que le perseguirían menos si fuera lugareño.

          - ¿Qué quieres decir menos? ¿Que irían más despacio?

          Y las dos hermanas rieron mientras sus amigas no humanas las observaban como diciendo: “vaya problemas que tienen los humanos con eso que llaman lenguaje”. Entonces Laurita se pudo seria y preguntó a su hermana si ayudaban al monstruo o no.

          - Vayamos, Laurita, pero preocupación, que fuera de la Cueva somos vulnerables –repitieron a coro las gemelas y sus amigas- mientras se internaban en el Arcón Mágico.

          Y, en efecto, de pronto se encontraron en medio de mucha gente que salía con antorchas gritando: ¡a por el monstruo! ¡matemos al monstruo! ¡matemos a Frankenstein! Por supuesto que era de noche. Las gemelas dejaron que el pueblo se vaciara y se sentaron en el porche de una casa que, incluso, parecía abandonada desde hace tiempo. Y las gemelas comenzaron a caminar por el pueblo hasta alcanzar un sendero por el que no habían ido los lugareños, probablemente el único, lo cual les pareció a las gemelas extraño. En el recorrido Laurita contempló como su hermana se paraba, tocaba el suelo, recogía algo, incluso algo que parecía un hueso mordisqueado. Entonces Laurita preguntó a su hermana:

          - ¿Has visto algo interesante? Por un momento me recordabas a nuestro amigo inglés de la lupa arrastrándose por el suelo. Algo que no te he dicho de la lectura o te lo he dicho mal es que no hay seguridad que el monstruo sea humano, Valentina.

          - Sí, Laurita, es humano. Además ha comido algún guiso y lleva algo de vestido.

          - ¿Estás segura, Valentina? Eso, con tan pocas pistas o huellas, no lo habría sabido nuestro amigo inglés, aunque es verdad que ya estaba achacoso, que creo que así se dice.

          - Verás, Laurita, a pesar de lo oscuro he visto una huella como de un zapato, pero era una huella enorme. Yo diría que era un pie desnudo porque el centro de la huella sobresalía, como si apenas la hubieran pisado, y eso no pasa con los zapatos, botas, zapatillas, o lo que sea. ¡Pero la huella es enorme! También he visto unos huesos… mordisqueados pero que olían como a guiso. Por último mira este hilo, hilacho, que parece de un vestido o una manta, cosa que los animales no usan –dijo Valentina con cierta satisfacción.

          - Según eso, Valentina, son pistas como contradictorias, porque por las huellas no parecería humano, por los huesos no sabemos porque podría ser que fuera un animal que hubiera robado un guiso. Lo mismo pasa con los hilos que has recogido, que podría ser de un humano pero también de los restos de un lugareño al que hubiera atacado el animal –dijo Laurita con igual satisfacción.

          - Pero debemos apostar, porque no es lo mismo ayudar a un humano que a un posible animal digamos… salvaje. ¿No te parece, Laurita? Si es un animal mejor nos volvemos a la Cueva porque corremos peligro y nada podemos ni debemos hacer.

          - Apuesto a que es un ser humano –dijo Laurita algo resignada.

          - Yo también apuesto por ello, un ser humano enorme, desvalido, y quizás acusado de crímenes que no ha cometido. Ahí estamos nosotras. Te acuerdas de cuando nos visito ese personaje tan alto, amable y escuchimizado que decía llamarse Quijote y nos dijo que su misión era… desfacer entuertos y…, si no mal recuerdo –dijo Valentina haciendo un gran esfuerzo.

          - Eso es, muy buena memoria, Valentina. Yo también lo recuerdo, y lo otro era… enderezar agravios, que menos mal que nos lo explicó, que si no estaríamos… a dos velas. ¿Vaya expresión más rara, verdad Valentina?

          - Incomprensible, pero sigamos nuestra tarea, cometido –decía Valentina

          - Misión, fin –completó Laurita y ambos rieron comedidamente.

          Y cuando deambulaban por el pueblo vació apareció un posible lugareño con gafas y enjuto de carnes. A las gemelas no les pareció peligroso precisamente por su aspecto físico y fueron a su encuentro. Habló el supuesto lugareño.

          - ¡Hola, hermosas niñas! ¿Qué hacéis solas en el pueblo? ¿Cómo os llamáis y dónde están vuestros padres?

          - Nuestros nombres son Laurita y Valentina y venimos de muy lejos, donde están nuestros padres. Estamos aquí para ayudar a alguien que quizá se lo merezca, aunque no estamos seguros de ello –dijo Laurita sin dar más pistas.

          - No nos ha dicho tu nombre, señor enjuto, pero me resulta extraño que no nos haya advertido que hay un monstruo por aquí. ¿No cree que corramos peligro? Seguro que sabe algo de todo lo que ocurre y no pretende decirlo.

          - Muy astuta, creo que Valentina, ¿verdad? En efecto, no corréis peligro a pesar de que todo el pueblo crea lo contrario. Yo soy doctor y el creador del monstruo que persiguen y os puedo asegurar que es inofensivo.

          - No nos ha dicho su nombre, pero hemos oído que al monstruo le llaman Frankenstein. ¿Cuál es su nombre? –preguntó Laurita.

          - Me llamo doctor… Frankenstein.

          - ¿Igual que el monstruo? –preguntó Valentina

          - Eso es, igual que el monstruo. Él aún no tiene nombre.

          - Pues Frankenstein le persiguen para matarlo, doctor Frankenstein –afirmó Laurita.

          - Y no son los lugareños los únicos que quieren cometer un crimen –dijo el doctor.

          - ¿Alguien en especial está amenazado por el monstruo? Hasta ahora hemos supuesto que es inocente de todo lo que se le acusa –dijo Valentina.

          - Así es, pero sí es verdad que busca a una persona para matarlo –dijo el doctor sentándose en el porche con las gemelas.

          - Díganos quién es y le llevaremos con nosotros a un lugar… donde nada le puede suceder.

          - Pues soy yo el amenazado –dijo el doctor.

          - ¿Cómo es posible? –preguntó Laurita.

          Es una larga historia, pero el caso es que prometí al monstruo una compañera y cuando la tenía creada murió sin que pueda explicármelo. Y el monstruo me acusa a mí de hacerlo para evitar que fueran dos los que algún daño pudieran hacer a la gente. Yo puedo dominar a un ser creado por mí, peo ya no estoy seguro de que pueda hacerlo con dos, y más si el… amor promedia. Quizá sois muy jóvenes para entender estas cosas pero así son si así parecen.

          - ¿Y no tiene miedo de que le encuentre su… criatura y le mate? –preguntó Valentina.

          - ¿Criatura? Sí, esa es la palabra, avispadas gemelas. No me importa, yo estoy condenado de muchas formas porque si el monstruo mata o hace daño a alguien yo seré el culpable. Soy reo de la justicia o de la venganza –dijo el doctor resignado.

          - Señor doctor, venga con nosotras… de donde venimos y estará a salvo –inquirió Laurita.

          - No puedo dejar a la criatura suelta, debo acabar con élla –dijo el doctor.

          - ¿Aunque sea inocente la criatura? –preguntó Valentina mirando a los ojos al doctor.

          - Aunque sea inocente, es terrible, pero es así, porque no estoy seguro que tarde o temprano sea agredido y se defienda y es un monstruo de dos metros y medio de altura. ¿Os lo imagináis con hambre? No deja de ser un mamífero que siente hambre, frío, sed. Pretendí crear una especie de… nuevo Prometeo, al igual que el mito heleno que robó el fuego a los dioses y se lo entregó a los humanos y por ello fue castigado por los dioses. ¿Si yo me fuera con vosotras a ese lugar misterioso que no especificáis qué hacemos con Frankenstein, el monstruo? –inquirió resignado el doctor.

          Y todos callaron meditando una solución pero nada se les ocurría. Y fue Valentina la que habló:

          - Debemos matar al monstruo pero hacerlo sin que padezca sufrimiento.

          - Valentina, nosotras estamos para ayudar a la gente, no para matarla. Recuerda: desfacer entuertos y enderezar agravios –dijo Laurita regañando a su hermana.

          - Aunque probáramos que es inocente de cualquier crimen que haya cometido siempre será un peligro y no hay cárcel en la que pueda vivir. ¿Prefieres, Laurita, que se le condene a vivir solo toda la vida siendo, además inocente de todo? Él no tiene la culpa de haber sido creado y no podrá trabajar nunca, tendrá que vivir de la caridad pero, ¿alguien podrá ejercer la caridad con él sin peligro? No hay solución, Laurita. Que no sufra y que vuelva de donde vino, es decir, a la… no existencia.

          En estas disquisiciones estaban gemelas y doctor cuando volvían los lugareños alborozados diciendo: ¡Hemos cazado al monstruo!, ¡al asesino! ¡Ya es nuestro! Entonces Laurita se dirigió a uno de los vociferantes con terror de Valentina y le preguntó de que le acusaban y el vociferante les contestó:

          - De un triple crimen: ha matado a una campesina en su casa para robar un carnero, ha matado a su novia y al doctor Frankenstein, que dicen que es su creador –contestó.

          Entonces Valentina se puso en medio de todos y al lado del monstruo que llevaban en una carreta atado con fuertes lianas y dijo:

          - Lugareños de este lugar, soy Valentina y esta que está a mi lado es mi hermana Laurita y os puedo asegurar que el monstruo es inocente de los tres crímenes del que le acusáis.

          Quedaron los lugareños atónitos por la valentía de una niña que aún no era adolescente pero, extrañamente, callaron y la dejaron hablar.

          - En primer lugar no ha matado a nadie del poblado ni robado ningún carnero vivo. Ha robado, es verdad, pero es comida guisada y aquí tengo en esta bolsa los restos de huesos… guisados, no crudos. La lugareña está en su casa muerta de miedo, es verdad, pero viva. Buscad y la encontraréis. En segundo lugar no ha matado a su novia sino, según nos ha dicho el doctor, murió cuando estaba siendo engendrada, perdón, quise decir… creada. En tercer lugar no ha matado a ningún doctor porque el señor Frankenstein es este señor que está a nuestro lado. Es inocente y la pregunta es: ¿a pesar de todo qué hacemos con Frankenstein, quiero decir, con el monstruo, claro?

          Quedaron todos quietos, en silencio, consternados, sin saber qué hacer. Fue entonces que se acercó el doctor al monstruo y le inyectó un preparado que llevaba en una bolsa y estas fueron sus palabras:

          - Soy el creador del monstruo y ahora soy su… descreador. En pocos minutos morirá sin sufrimiento y el asunto quedará saldado.

          Y todos los lugareños quedaron aparentemente satisfechos y todos parecían volverse a sus casas cuando uno de ellos que no se había destacado pero que estaba en primera fila al lado del monstruo dijo:

          - ¿Y quién nos asegura que el doctor no vaya a crear otro monstruo y la historia se repita?

          Entonces intervino Laurita y dijo:

          - Estimados lugareños, mi hermana y yo venimos del futuro y nos llevaremos al doctor con nosotras quiera o no quiera venir porque para eso estáis vosotros, para obligarle. Y en el futuro donde vivimos no se hacen estas cosas o, mejor dicho, lo que se hace es de otra manera y todo controlado. No tendréis peligro, nunca más veréis al doctor ni a nosotras. Esta es nuestra propuesta y nuestra solución.

          Y el que parecía ser una especie de alcalde de los lugareños intervino:

          - Bien parece que es una solución para nosotros, los que aquí habitamos. Pero yo os pregunto, hermosas e inteligentes niñas: ¿es también una solución para vosotras?

          - Lo será, para eso vivimos porque donde vivimos nada nos puede pasar –dijo Laurita.

          Entonces ocurrió que se tomaron de las manos las gemelas y el doctor, pensaron en la Cueva de los Sueños y hasta allí fueron con gran alborozo de sus amigas no humanas.

          - Al fin en casa y os traemos, queridas amigas y Tronco, un nuevo compañero. Se llama Frankenstein y es doctor, que aunque no es veterinario algo podrá hacer cuando nos encontremos enfermas. Quiero decir, cuando os encontréis –dijo Laurita mientras que observaba cómo se desvanecía el doctor en los brazos de Valentina.

          - Lo siento, Laurita, amigas, el docto ha muerto.

          - ¿Cómo ha sido? –preguntó Laurita

          - Se inyectó el veneno que le había quedado de la inyección al monstruo. Yo vi cómo no lo vaciaba del todo –dijo Valentina mientras aún sujetaba al doctor ya cadáver.

          - Lástima no pudieras haberlo evitado, Valentina, tú que te diste cuenta de lo de los restos del veneno –inquirió Laurita consternada.

          Y Valentina, aún más consternada dijo para sí: “Si supieras Laurita que sí pude haberlo evitado nunca me lo perdonarías. Nunca sabrás la verdad”. Y así acabo esta aventura, adjetivo que seguro no les pareció a las gemelas. Y la pregunta es, querido lector: ¿Quién obró a la vez con cordura, ética o bondad, Laurita o Valentina? ¿O acaso no se pueden aunar estos criterios?

miércoles, 12 de abril de 2023

NOTICIAS DE AJEDREZ (2): CAMPEONATO DEL MUNDO

 


Antonio Mora Plaza

 

 "Economista, licenciado por la UCM, bancario, ha trabajado para CC.OO. Seis libros publicados, cuatro de ellos de análisis económico y dos de literatura. Autor, además, de numerosos artículos de economía publicados en revistas especializadas. Colaborador habitual en la revista digital Nueva Tribuna".

 

                       Se está celebrando en la ciudad Astana de Kazajistán el Campeonato del mundo de ajedrez de acuerdo con las normas de la FIDE al mejor de 14 partidas entre el ruso Nepominiachtchi (32 años)  y el chino Ding Liren (30 años). Eso es así porque el actual campeón del mundo, Magnus Carlsen –y considerado uno de los mejores de la historia– no ha querido participar en la disputa de este campeonato para seguir con el título o perderlo. Según sus declaraciones el motivo es que no está de acuerdo con las normas de tiempo para cada partida, pero también sabemos por otras declaraciones suyas de hace algunos meses de que había decidido no disputar el campeonato si su contrincante no era el iraní Alireza Firouzja (20 años), para lo cual éste debería haber ganado el torneo de candidatos, cosa que no hizo. Y, en efecto, todo indica por resultados obtenidos por Firouzja de que es uno los mejores jugadores actuales, pero a él se han unido este año y ya el año pasado jugadores jovencísimos como el indio Gukesh (16 años) y el uzbeco Abdusattorov (18 años), que podrían optar en un futuro a la corona mundial. Hay una nueva generación de jugadores muy jóvenes que pueden optar en el futuro por la corona de campeón, sin que hayan dicho la última palabra jugadores más veteranos pero aún jóvenes como el armenio Levon Aronian (40 años), el filipino Wesley So (29 años),  el japonés Hikaru Nakamura (35 años) o el italo-americano Fabiano Caruana (30 años), ninguno norteamericano de nacimiento pero que juegan con la nacionalidad USA. 

          En cuanto a los dos que se están enfrentando en estos momentos los expertos no señalan a ninguno como favorito y, se podría decir, que puede ganar cualquiera de los dos, pero lo que es muy probable es que ninguno de los dos alcancen la puntuación ELO de Carlsen, con lo cual el campeón in pectore seguirá siendo el sueco, aunque oficialmente será el chino o el ruso el próximo campeón FIDE del mundo. Como puede comprobarse por las nacionalidades de origen, no hay países que tenga actualmente una hegemonía clara[1] y larga en el tiempo, cosa que sí ocurría desde que el ruso Alekhine[2] ganó la disputa del título al genio cubano José Raúl Capablanca en uno de los duelos más espectaculares de la historia. Desde entonces el campeón del mundo era ruso o soviético –para ser más exactos– con campeones como Botvinnik, Bronstein, Smyslov, Tal, Petrosian, Spassky, Karpov y Kasparov. Es verdad que hubo un pequeño interregno cuando el holandés Max Euwe le arrebató el título a Alekhine…, pero lo recuperó de nuevo en un torneo de revancha –entonces el campeón elegía al retador pero hace tiempo que las normas FIDE no lo permiten. La racha soviética se rompió en 1972 en Reikiavik, Islandia, cuando otro fenómeno del tablero como fue Boby Fischer le arrebató el título a Boris Spassky en un encuentro muy mediatizado, con temas como la guerra fría y algunas manías de el de Baltimore, que dieron mucho juego a periódicos y periodistas que no solían ocuparse del juego de los 64 escaques y eran, a lo más, simples aficionados. Fischer era considerado antes del encuentro un genio del tablero, pero no había obtenido hasta la disputa del título grandes resultados aunque ganara algunos torneos. En realidad era un jugador con un talento fuera de serie pero desigual, algo inconsistente para considerarle hasta casi ese año campeón del mundo. Incluso antes de las eliminatorias previas el favorito era Spassky, pero en esas eliminatorias Fischer obtuvo dos victorias inauditas entre jugadores de élite: ganó 6 partidas por ninguna derrota y ningún empate al ruso Taimanov y el mismo resultado al que estaba considerado como un posible campeón del mundo, el danés Bent Larsen. También venció con claridad al que había sido campeón del mundo antes que lo fuera Spassky el también soviético Tigran Petrosian. 

          Pero Fischer se retiró del juego del ajedrez a nivel de élite sin defender su título en los años siguientes y le sucedió el también ruso Anatoy Karpov, que había ganado el torneo de candidatos previo. Karpov está considerado un heredero de Capablanca por su juego posicional. A éste le arrebató el título uno de los mejores de la historia como ha sido el azerbayano Garri Kaspárov, el ogro de Bakú, considerado a su vez heredero del estilo táctico de ataque de su compatriota Alekhine. Le siguió otro ruso, Victor Krámnik, a éste el búlgaro Veselin Topalov, a éste a su vez el indio Viswanathan Anand, y fue a este campeón indio al que arrebató el título el aún campeón del mundo Magnus Carlsen –aunque le quedan apenas un mes de título–, considerado por los expertos como uno de los mejores de la historia. 

          Un tema curioso y muy especulativo que siempre se suscita entre los periodistas y aficionados al ajedrez es quién ha sido el mejor de la historia. La conclusión es que eso es muy difícil de establecer y la cuestión no tiene mucho sentido. Es, además, una pregunta ideológica porque encierra el prejuicio de considerar que siempre ha de haber un primero, un número uno, uno victorioso y un segundo siempre –y aquí se cuela la ideologíaderrotado, un fracasado. Forma parte de la ideología neoliberal y de la pseudo-filosofía anglo-yanqui y también germana. Una estupidez cuando se quiere ir más allá de la mera especulación y entretenimiento, porque puede dar lugar a supremacismos –que esconden complejos de inferioridad muy peligrosos, cosa que ha ocurrido con el idealismo alemán o con el todavía –pero por poco tiempo supremacismo ideológico anglo-yanqui. Por eso decía Mijaíl Tal, otro de los mejores de la historia, cuando perdió su título de campeón que este título es efímero pero que el de excampeón es permanente. No obstante hay dos formas de establecer alguna comparación: una es ver los resultados obtenidos por grandes jugadores que hayan coincidido en el tiempo en torneos o bien por la puntuación ELO, que se establece a base de incorporar a la puntuación de cada jugador en parte la puntuación de los contrarios a los que se derrota, se pierde o se empata, algo parecido pero no igual a lo que ocurre con el tenis. En el tiempo coincidieron Alekhine y Capablanca, además del que fuera campeón del mundo el alemán Emanuel Lasker, otro genio que mantuvo el título durante 27 años. Es verdad que Alekhine ganó el campeonato en 1927 por 6 victorias contra 3 derrotas y múltiples tablas, pero también es verdad que el cubano siempre había ganado al ruso hasta ese momento. Lo mismo pasó con Fischer y Spassky, donde el americano nunca había ganado al ruso antes de la disputa del título. Luego vinieron las peleas ajedrecísticas entre Karpov y Kaspárov y este último se hizo con el título por los pelos, también bajo consideraciones periodísticas de si el primero representaba el establishement soviético y el de Bakú la crítica al régimen cuando aún no había caído el muro de Berlín. En definitiva, mucho entretenimiento periodístico para no hablar de ajedrez dado que ello exige de auténticos especialistas. Pero volviendo a Karpov y Kaspárov, ambos siguen jugando torneos, incluso algunos de élite, pero está claro que su tiempo ha pasado porque ambos pasan de los 60 años, aunque Kaspárov por muy poco.         

          Uno de los problemas que tiene el ajedrez es que la ventaja que da jugar con blancas –lo que supone iniciar la partida– hace que las estadísticas de victorias de blancas sobre negras esté en torno al 55% frente al 45% (no contamos las tablas). Una posible solución sería que las negras pudieran mover dos peones a la vez en lugar de uno al inicio de la partida, por ejemplo; otra, más arbitraria, sería que no valiera lo mismo la victorias con blancas que con negras a la hora de la puntuación y clasificación en los torneos. Aquí la imaginación puede hacer su papel. 

          Resulta llamativo que periódicos supuestamente deportivos como el AS o el MARCA o programas deportivos –aunque luego hablen casi solo de fútbol– como Jugones o el Chiringuito no dieran noticias cuando España obtuvo en tercer puesto en el Campeonato del mundo de naciones último, con jugadores como Jaime Santos, David Antón, Danill Yuffa, Miguel Santos y Alexei Shirov, superando en la puntuación a países europeos de gran tradición ajedrecística como Polonia, Hungría, o a la misma Francia, que tiene a un jugador francés en la elite como es Vachier-Lagrave o que juega para ese país el iraní Firouza ya mencionado: ¡una vergüenza que los periodistas y periódicos españoles ni se hayan enterado, ni den la noticia ni parezca que les importe! Es excepción El País, que por medio del especialista Leontcho García suele cubrir los eventos de las 64 casillas desde hace décadas. 

          Y nada más, que gane el mejor[3] entre el chino y el ruso, pero todos los expertos consideran que todavía el mejor es el sueco Magnus Carlsen pase lo que pase en Astana.



[1] En los próximos años es India quien tiene todas las papeletas para establecer una nueva hegemonía pero aún es pronto para asegurarlo.

[2] Su verdadero apellido es Aliojin pero se nacionalizó francés y la prensa francesa le cambió el nombre por el de Alekhine, lo cual es una estupidez puesto que los nombre y apellidos no se traducen.

[3] Cuando estoy escribiendo esto es el segundo día de competición y el resultado es de unas tablas y una victoria del ruso..