viernes, 27 de mayo de 2022

YOLANDA, LA ESPERANZA GRANATE

 



 "Economista, licenciado por la UCM, bancario, ha trabajado para CC.OO. Cinco libros publicados, cuatro de ellos de análisis económico y uno de literatura. Autor, además, de numerosos artículos de economía publicados en revistas especializadas. Colaborador habitual en la revista digital Nueva Tribuna".

Yolanda Díaz, según las encuestas, es la política mejor valorada de todos los líderes políticos actuales. Este es un capital político sorprendente si nos atenemos al hecho de que la mayoría de los medios de comunicación denigran su persona, están, diríamos, rabiosos por encontrarla algo que pueda menoscabar ese capital. Es verdad que se ha ganando su valoración enfrentándose en el Parlamento a Teodoro García Egea y a Pablo Casado, aunque sean dos pigmeos políticos y solo con su frase: “déjeme que le dé un dato” les ha volteado. Con eso y con su currículum sindicalista y su inteligencia, claro, que, como diría el tancredo gallego, “eso no es cosa menor”. Pero Yolanda tiene ante sí una tarea hercúlea y no es simplemente la de unir la izquierda a la izquierda del PSOE, que también es una tarea pendiente. Veamos estos problemas: 

1) El primero de ellos es algo que los partidos de izquierda en España no están acostumbrados a abordar porque parten siempre de un análisis equivocado y es el de que la responsabilidad de que no gobierne la izquierda es solo de los partidos de izquierda: que a veces no cumplen lo que prometen, que no muestran unidad o que, a veces, no son consecuentes con la ideología de la que presumen. No, Yolanda Díaz se va a enfrentar a un hecho que está ahí, que pesa como una losa y que esa losa es aún más pesada porque se obvia, no se habla de ella, se mira para otro lado, nunca se aborda: Yolanda se va a enfrentar en sus aspiraciones al hecho de que una parte de los ciudadanos votan en contra de sus intereses. Por ejemplo, una parte de los asalariados han votado –o se han abstenido– en Castilla y León al PP y Vox, cuando el primero les quitó la garantía de los convenios en el 2012 de la mano de M punto Rajoy; también muchos pensionistas castellano-leoneses han votado al PP a pesar de que el mismo Rajoy subió ¡solo el 0,25% las pensiones durante 4 años! Y quien dice de estas elecciones se puede decir de todas las elecciones y en todo el planeta de las democracias. Que la derecha pueda ganar cualquier tipo de elecciones depende de la masa crítica de lo votantes y abstencionistas que votan o se abstienen en contra de sus intereses, que es un hecho difícil de voltear –vuelvo al verbo–, pero no imposible parcialmente. En cada país la derecha ha resuelto esta contradicción de sus votantes de forma diversa, pero hoy día, en el mundo de Internet y de las redes, solo se puede mantener esa mayoría electoral a partir de la mentira y el engaño, siendo los medios de comunicación el instrumento de lo anterior. El que tenga duda en España de tal hecho solo tiene que leer El Mundo, La Razón y, sobre todo, el ABC, convertido este último en un fake-news permanente por activa y, sobre todo, por pasiva. Por poner un ejemplo, en este periódico ha aparecido un artículo criticando las insuficiencias de la sanidad pública –y es verdad– ¡sin mencionar que las competencias sanitarias están transferidas a las Autonomías!, sin mencionar que estas pueden aumentar la financiación de la sanidad a partir de sus impuestos propios, de los cedidos y de los compartidos. El artículo, con apariencia de sesudo, endilgaba al Gobierno de Pedro Sánchez toda la responsabilidad. Es un ejemplo más de mentira goebeliana a la que está acostumbrado este tabloide de la derecha. Volvemos luego sobre este hecho. Decíamos que en esta tarea hercúlea Yolanda no puede estar sola y una pista es su pasado sindical como abogada laboralista. Tanto CC.OO. como UGT vienen cometiendo el error de pretender ser neutrales en política, de que no se les acuse de sesgo ideológico, de que se les acuse de que prefieran que gobierne la izquierda –o un partido determinado dentro de la izquierda– a otros. Y a fuerza de pretender ser y aparecer neutrales se han convertido en indiferentes electorales, lo cual es un sesgo ideológico. No es suficiente con que los líderes escriban algún artículo en algún medio de comunicación cuando se acercan las elecciones, sino que una de sus tareas es la de convencer a los asalariados –sean afiliados o no– de que una parte de sus intereses objetivos se juega en los boletines oficiales del Estado y de las Comunidades, de que dejen de votar contra sus intereses y reserven sus fuerzas –pocas o muchas– para otras reinvidicaciones sociales tales como la lucha contra la desigualdad, por una fiscalidad suficiente y justa o por un gasto social de las Comunidades dentro de sus competencias; que una de sus tareas es la de convencer a los trabajadores de que no pierdan en la urnas lo que han conseguido de otra manera. Si en el 2023 el PP gobernara –con o sin ayuda de Vox– los asalariados deberán enfrentarse de nuevo ante el hecho de quedarse sin convenios y con mejoras salariales casi inexistentes: ahora al menos tienen los convenios como garantes últimos a partir de la última reforma del gobierno de coalición en este 2022. El futuro de Yolanda y de la izquierda a la izquierda del PSOE –y, por extensión electoral, de toda la izquierda– va a depender de que se logre voltear al menos parcialmente esta sociológica estulticia estructural. E, incluso, más importante es lo de las pensiones, porque el futuro de las mismas, el hecho de que se mantenga su revalorización de acuerdo con el coste de la vida va a depender –y en este caso solo– de un futuro gobierno de coalición de la izquierda y no de un hipotético gobierno en solitario del PSOE. Lo que es seguro es que con el PP en el gobierno la suerte estaría echada también para los pensionistas. 

2) La segunda tarea a la que se enfrenta Yolanda es la de unir a toda la izquierda a la izquierda del PSOE, cosa que no ha ocurrido ya en las próximas elecciones andaluzas, donde se presentan por separado dos candidaturas al menos de izquierdas a la izquierda del PSOE y donde Podemos ha entrado parcialmente, a regañadientes y con mal pie. Es un mal precedente y es necesaria esa unión porque la derecha cuenta en la práctica con dos partidos, que son el post-franquista PP y el neo-franquista Vox. Ciudadanos, la esperanza para España de que hubiera un partido de derechas de ámbito nacional democrático, va a se en vano por el momento. El franquismo en España no ha muerto y una parte del cuerpo electoral, con sus votos y abstenciones, lo está sosteniendo todavía. Pero unir a toda la izquierda a la izquierda del PSOE es solo el primer paso: el segundo es definir precisamente cuál es su papel y su relación con el partido socialista. Durante toda la democracia tanto IU como ahora Podemos han ido cometiendo errores en su relación con el PSOE –no comento los errores del PSOE que los ha habido– porque lo partidos no se definen ni por sus programas electorales ni por su autonomía ideológica, porque ambas cosas son cajas vacías si no se confrontan con el resto de los partidos, principalmente si no compiten con otros partidos de su cuerda ideológica y definen su papel en las tareas parlamentarias, legislativas y gubernamentales. El viejo PCE, a pesar de su retraso en la aceptación del eurocomunismo en relación al PCI, supo definir su papel en la Transición y su utilidad para traer la democracia, aunque fuera con el terrible coste para la consolidación de la misma de la aceptación de la Monarquía –como se comprueba en estos días–, y de cosas más secundarias, como la bandera y el himno nacional franquista. Pero IU, de la mano de Julio Anguita, y Podemos, de la mano de Pablo Iglesias, no ha acertado siempre en esa tarea de definición de su papel en función de sus resultados electorales y han intentado en el mejor de los casos un imposible: una definición ideológica autónoma. En la democracia la única tiranía soportable y necesaria es precisamente las elecciones, sus resultados y la conquista del BOE, de los boletines de las Comunidades en España. A muchos gustaría que el BOE y demás boletines tuvieran menos peso en la lucha de clases, pero no es así, nunca ha sido así salvo en períodos muy concretos que, normalmente, han devenido a situaciones no deseables por decirlo suavemente. Yolanda tiene esa tarea y es difícil, muy difícil. Por un lado debe definir un partido a la izquierda de este PSOE de Pedro Sánchez en confrontación dialéctica con el propio PSOE, debe convencer que el partido que lidere va a ser de izquierdas pero sin pretender tener el monopolio ideológico de la izquierda; además debe convencer a electorado potencial –que es muy mayoritario objetivamente si descontamos la estulticia estructural de la que hablábamos– de que su formación ¡no va a permitir ni por activa ni por pasiva, si está en sus manos electorales, que gobierne la derecha! Por poner un ejemplo, que su formación no va a poner en juego una mayoría de izquierdas repitiendo unas elecciones como pasó en el 2019 con las exigencias de Pablo Iglesias de estar en un ¡futuro gobierno antes de que se celebraran las elecciones! Los machos-alfas en política sobran: ya hemos tenido bastante con Felipe González y, sobre todo, con Jose María Aznar, Felipe y Josemari, dos jarrones chinos que no acaban de romperse de una vez para siempre. Ya hemos visto que los mozalbetes políticos como Rivera, Casado o Iglesias, metidos a machos-alfa, han fracasado. No parece que Yolanda Díaz vaya a cometer ese error y no solo por su condición de mujer, sino porque, creo, se ha dado cuenta de esos errores en cabeza ajena. Yolanda tiene derecho a presentarse con el cartel de presidenciable, lo debe de hacer, pero su actuación y la del partido que lidere debe estar sujeto a los futuros resultados electorales y no puede volver a ocurrir lo de repartirse la piel del oso antes de cazarlo (perdón por la metáfora). 

3) La tercera tarea a la que deberá enfrentarse Yolanda –ya lo está comprobando– es la de que va a tener en su contra a una inmensa mayoría de medios de comunicación escritos y digitales, lo cual es normal y eso es un dato. Lo que deberá combatir es la mentira y el engaño permanente de estos medios porque la derecha política es consciente –la izquierda lo es menos aún porque aún confía en la lucha de clases– de que solo mediante la mentira y el engaño sistemático puede gobernar. Mentira y engaño no son sinónimos: la primera se proyecta sobre el pasado y el segundo sobre el presente y el futuro. Goebels siempre está presente en la derecha, confía ésta en su herencia, en lo que supuso para la Alemania nazi, aunque al final perdiera la guerra. No se trata de enfrentarse a la prensa de derechas, de la derecha, porque eso es un gigante, pero sí de enfrentarse a sus mentiras y engaños, sea por acción o por omisión, que de esto último es un maestro el ABC. La derecha puede llegar muy lejos con estos instrumentos y recordemos lo que intentó Josemari en los atentados del 11-M, sus llamadas a los medios de comunicación y a las cancillerías occidentales, y cómo El Mundo mantuvo sin pruebas durante años que la autoría, al menos intelectual, era de ETA. La izquierda es el sostén de la democracia y los medios de comunicación, a pesar de estos inmensos defectos, son imprescindibles para la misma. Cierto, pero la izquierda comete el error de pontificar su papel, de darle un papel de juez que no le corresponde; menos aún cuando con mentiras y engaños ponen sus recursos a favor de la derecha o a favor de quien sea. Tanto La Razón, El Mundo y el ABC traicionan el código deontológico de la profesión al no separar opinión de información, al utilizar mentiras y engaños de forma sistemática, porque piensan más en satisfacer las vísceras de sus posibles compradores que de buscar la verdad, apelan a la emoción y no a la razón, al conocimiento. Pero esto es así y no se puede cambiar, solo se puede denunciar. Un ejemplo más de esto es la economía. Durante mucho tiempo estos medios y otros han construido el mantra de que la derecha gestiona mejor la economía, aunque flaquee en temas sociales y de derechos, cuando la realidad es la contraria porque, por ejemplo, la gestión económica de Rajoy fue un desastre: aumento terrible de la desigualdad, 350.000 millones de aumento de la deuda pública, liquidación de los casi 70.000 millones de la hucha de la pensiones, récord de prima de riesgo en el 2012. Ahora tenemos récord absoluto de afiliación a la Seguridad Social, aumento notable –al menos relativo– de contratación indefinida, aumento, a pesar de la crisis, pandemia y ataque a Ucrania, de los ingresos fiscales sin aumentar los tipos, indexación de pensiones al coste de la vida, previsión fundada de recuperación del turismo y la restauración y contención a medio plazo de la inflación. Y sin embargo el mantra permanece y si eso ocurre es por el éxito que tienen los medios de comunicación de derechas en sus mentiras y engaños, en este uso la izquierda tiene que reconocer sus méritos, son auténticos maestros. 

          En definitiva, las cartas no están echadas, la partida aún no ha comenzado y todo puede ocurrir, Y Yolanda Díaz va a tener su oportunidad por su capital político acumulado en tan breve espacio político –debería dar las gracias a Teodoro–, por la necesidad de que haya un solo partido de izquierdas a la izquierda del PSOE y porque pueda menoscabar la estulticia estructural existente con su talento y su talante, que parece el primero mayor que el de P. Sánchez y más consecuente el segundo que el de J. R. Zapatero. Para Andalucía Yolanda llega tarde, pero para las generales del 2023 está a tiempo, just at time. Suerte.

 

sábado, 21 de mayo de 2022

La OTAN y Europa también tienen que cambiar

      No se trata de justificar lo hecho por la Russia de Putin en Ucrania porque es injustificable. Ucrania es un país soberano, independientemente de que tenga en su territorio poblaciones de diversas inclinaciones étnicas, religiosas, ideológicas, de que haya minorías prorrusas, pronazis, etc. Y la Russia de Putin la ha atacado, bombardeado y parcialmente destruida. Ninguna consideración ni justificación. Putin tomó el manual de Hitler y se creyó que Ucrania era una mezcla de Austria y los Sudetes en 1939, donde Hitler se anexionó la primera e invadió y también se anexionó el segundo. El fracaso político –que es un fracaso militar a largo plazo– es que Finlandia y Suecia muy probablemente estén en la OTAN en breve plazo. Muchos en Occidente tenían al sátrapa ruso como una persona inteligente, una especie de Maquiavelo de la gran patria rusa y se ha demostrado que es un pigmeo intelectual. Es verdad que lo tuvo fácil en Chechenia, Georgia, Siria, porque los países occidentales miraron para otro lado con lo de Grozni y Alepo. Pero al final nada consiguió Russia. También, al final, ha perdido en Afganistán, lo mismo que USA, claro. Su única victoria es la anexión de Crimea, que podría ser “los Sudetes” de Putin, y fue también porque esa península no tenía importancia estratégica para la OTAN y, sobre todo, para USA. Es verdad que hubo alguna reacción, pero apenas simbólica, nada en la práctica. Además contaba con un gobierno títere en Ucrania, cosa que se frustró para Putin en las mismas fechas en las que se anexionaba Crimea. Pero en cuanto Putin recorrió el manual de Hitler creyó que Ucrania sería la Polonia de Hitler y ahí se ha equivocado. Incluso se ha equivocado creyendo que Kiev era Varsovia en 1939 y que tomando la capital ucraniana –con poco esfuerzo bélico– el país invadido se rendiría. Y todo le ha salido mal aunque haya provocado destrucción, muerte de ucranianos y rusos y, si las fuentes son solventes, la destrucción de Mariúpol.

 Ahora la frontera de Russia con países OTAN ha aumentado en más de 1.200 km y Putin ha conseguido que, muy probablemente, la Alianza pase de 30 países a 32: ¡un exitazo de Putin y sus secuaces! Putin ha sido derrotado porque su objetivo más probable que era colocar por la fuerza de las armas en Ucrania un gobierno títere no se va a cumplir. Tampoco va a “desnazificar” nada porque con métodos nazis no se desnacifica, lo mismo que Napoleón no consiguió que España en 1808 se modernizara por el camino de la Ilustración con las bayonetas de los gabachos. Si Putin quisiera desnacificar de verdad ahí tiene a los gobiernos “nazis” de Polonia y Hungría. Putin está jugando y buscando el apoyo de gran parte de sus compatriotas con varias confusiones. En primer lugar una cosa es estar en la OTAN y otra cosa es tener bases militares OTAN; una cosa es estar en la OTAN y otra cosa es tener bases militares USA en el territorio respectivo, y una cosa es tener bases militares OTAN y otra cosa es tener armas nucleares –aunque solo sean tácticas– en un territorio determinado. Es verdad que a este juego ha jugado con ventaja hasta ahora no solo Putin sino USA. Por ello todo esto debe acabar. Europa debe ir a una OTAN exclusivamente europea –que formalmente ya existe– tal como había impulsado Francia hasta no hace mucho. Una OTAN europea sin bases militares ajenas al país en los países fronterizos con Russia, pero sí con un armamento capaz de hacer frente a una invasión rusa como la ocurrida en Ucrania con el fin de echar al invasor sin contemplaciones. Es decir, con una capacidad de disuasión ante ataques preventivos de Russia, pero con una estrutura militar meramente defensiva, porque Europa no tiene, por sí misma, nada que ganar ni ningún interés en confrontar con Russia, ni en el terreno militar ni en el terreno económico. Russia tiene un PIB inferior al de Italia y una renta per cápita tres veces inferior a la europea. Muy al contrario y como se ha demostrado, Russia y Europa tienen mucho que ganar con una relación económica y comercial en paz. Lo que está pasando solo benefician a USA y China. Pero ello supone para Europa muy probablemente aumentar sus presupuestos de defensa entre uno y dos puntos porcentuales de su PIB. Es asumible por más que se demuestre que la forma de arruinarse los países y los imperios es dedicar a la defensa presupuestos extraordinarios, como es el caso precisamente de la propia Russia o la pérdida de hegemonía de USA en el mundo a costa de China (país que dedica tres veces menos a la defensa que el país americano). Ya le pasó lo mismo al imperio romano y al imperio de los Habsburgo en el siglo XVII. 

Pero lo que ha hecho Putin atacando un país soberano no puede estar condicionado al cambio europeo por necesario que sea: cada uno tiene su plazo y el de Putin en Ucrania es perentorio. Pero, y a pesar de que ambas cosas se cumplieran, seguirá habiendo un problema porque el presidente de la Federación rusa ha dado un paso inmoral que le coloca a un paso de inmoralidad de Truman cuando en 1945 ordenó tirar dos bombas atómicas sobre dos ciudades: el paso es el de amenazar con bomba atómicas cuando ni siquiera Russia ha sido atacada ni invadida. ¿Exige que Europa también se dote de armar nucleares suficientemente disuasivas? Hasta ahora solo Francia y el Reino Unidos tienen armamento nuclear. Es un tema difícil, muy difícil de abordar por Europa y no va a depender de cómo acabe la invasión rusa de Ucrania de la mano de Putin sino de cómo acabe el mismo Putin: that is the question.

miércoles, 11 de mayo de 2022

Putin fracasa antes de lo esperado

 Si derrotar a los pueblos es difícil, conquistar un país hace tiempo que es un imposible. Los dos mayores atentados terroristas de la Historia que fueron las dos bombas atómicas que el presidente de USA, a la sazón Harry Truman, lanzó sobre Hiroshima y Nagasaki en 1945 marcan un antes y un después en la lucha de los imperios contra otras naciones o territorios. Y la razón es precisamente que tuviera que recurrir la pujante nación americana –tanto en el terreno económico como en el militar– a dos armas de auténtica destrucción masiva para forzar la rendición de su enemigo japonés porque se mostraba impotente para conquistarlo territorialmente. Desde entonces los imperios de más o menos enjundia han fracasado en Corea, Vietnam, Irak, Afganistán, y un largo etcétera. La larga lista de intervenciones de USA después de la II Guerra Mundial han servido para cambiar algunos gobiernos y coaccionar a muchos otros, pero la conquista de territorios se ha vuelto imposible. Lo mismo le ocurrió a Napoleón, cuyas conquistas fueron temporales; igual a Hitler. El primero ganó todas las batallas hasta Waterloo y al final murió desterrado en Santa Elena y con los franceses derrotados e impedidos de ser los sucesores del imperio de los Habsburgo[1]; Hitler quiso construir el imperio de los mil años y fue un imperio non nato, abortado en Stalingrado y con el suicidio del criminal de guerra en la cancillería. Putin ha intentado seguir los pasos de Napoleón, Hitler y ha fracasado; quizá hubiera querido seguir también al menos los de Truman para forzar la rendición del presidente de Ucrania Zelenski, pero la destrucción mutua asegurada se lo ha impedido.

         Y lo más alucinante de Putin y su pobreza intelectual son sus justificaciones. Por ejemplo, este 9 de mayo ha justificado el ataque a Ucrania diciendo que con ello ha impedido un ataque a su vez de Ucrania, la OTAN y USA a  Russia. Y la pregunta es si es consciente de que es una justificación insostenible, una gran mentira que lanza en perfecto estado de salud mental o es un paranoico que se ha creído sus propias mentiras por su destete y crianza en la KGB y sus posteriores versiones. ¿Cabe pensar que Ucrania pueda y quiera atacar por su cuenta o por orden del presidente de turno de USA a Russia, país con varios miles de ojivas nucleares? ¿Para qué? ¡Qué más hubiera querido Putin que tal hecho hubiera ocurrido para poder emplear armar nucleares tácticas contra Ucrania! El hecho es que, por más errores que haya cometido USA y la OTAN al apostar por bases militares cercanas al territorio ruso, ningún país occidental ha atacado a Russia y sí lo ha hecho Putin y todo el aparato detrás de él[2] contra Ucrania. Son hechos contra hipótesis, la realidad contra conjeturas, la mayoría de ellas descabelladas. ¿Cabe pensar que los países bálticos, Polonia, Moldavia o Finlandia vayan a atacar a Russia, a lanzar misiles contra su territorio o, aún menos, invadir el antiguo país de los zares por cerca que estén aquellos en la frontera? A pesar de su paranoia, Putin debe saber que ningún país va a atacar Russia, China o USA, porque disponen de suficientes cabezas nucleares para asegurar la destrucción del agresor y, de paso, de todo el planeta. Occidente puede tener alguna culpa en el desarrollo marcadamente insuficiente de la que fue la URSS y ahora Russia, pero es ésta y sus gobiernos los que han fracasado en la economía, teniendo hoy el país de Putin un PIB inferior al de Italia. Planificación errónea en su momento[3], estrangulamiento de la aportación de lo privado a la economía, inseguridad jurídica de la inversión, fueron las primera causas del fracaso ruso. Y para remate, cuando se quiso llamar al mercado, lo que se hizo fue privatizar en un suspiro empresas públicas en la época de Boris Yelsin. Si China es hoy un gigante económico es porque ha estudiado con profundidad y años lo que no había que hacer, siendo Russia su modelo en negativo. 

          Lo que resulta extraño es que exista una cierta condescendencia o justificación de lo hecho por Putin en Ucrania por parte de cierta izquierda. Se suele esgrimir lo que ha hecho USA en el pasado después de la II Guerra Mundial. Y es cierto que sus decenas de intervenciones, las bombas nucleares, Vietnam, Irak, Faluya, etc., son crímenes de guerra y/o contra la humanidad, aunque queden impunes. Pero la pregunta es: ¿Y qué? ¿Se justifica acaso los crímenes de guerra de unos por los habidos anteriormente de otros? Los muertos en Ucrania, sean ucranianos o rusos, no pueden ser justificados por lo injusto de la justicia. Putin es un reaccionario de la peor especie, un nacionalista en el peor sentido de la palabra y de la historia, un criminal de guerra por lo hecho ahora y antes en Grosni y Alepo. Que no se haya podido juzgar a Hitler, Stalin, Truman, Franco o a Bush el alcohólico como criminales de guerra no significa que no se pueda juzgar –al menos moralmente– a Putin, acabe como acabe lo de Ucrania. Si Putin no ha seguido los pasos de Napoleón, Hitler o los zares de su patria, no es por falta de deseos sino por su fracaso militar: ni siquiera recurriendo a la amenaza nuclear lo ha conseguido. Todos debemos condenar lo hecho por este autócrata, pero la gente que somos de izquierdas debemos hacerlo con más ahínco si cabe, con más vehemencia, por el bien de las democracias occidentales –a pesar de sus defectos– y de algunas de otros lares, por el bien de los derechos de los pueblos que viven en Estados de derecho y por el bien del propio pueblo ruso, que va a sufrir a medio plazo la locura de su populista sátrapa. De nuevo se demuestra que la democracia –frente a las dictaduras y autocracias– es el menos malo de los sistemas de convivencia.



[1] Ver Auge y caída de los grandes imperios, de Paul Kennedy.

[2] Ver Los hombres de Putin, de Catherine Belton, 2022 (versión inglesa del 2020).

[3] En los años 60 del siglo pasado surgieron economistas como Liberman y otros que propugnaban un cambio de las formas e incentivos para la planificación. Fue muy influyente y durante un breve período de tiempo se le hizo caso, pero luego se volvieron a los viejos hábitos y los resultados están a la vista. China siguió otros criterios y en menos de 30 años ha pasado de ser un país tercermundista a ser la segunda economía mundial y la primera en términos de poder de compra.

lunes, 2 de mayo de 2022

ERC, de izquierdas a tiempo parcial

         De nuevo ERC falla al gobierno de coalición y, no solo al menos no se abstiene, sino que vota en contra de la ratificación del plan de choque de

16.000 millones en el Congreso. Ya fue grave que votara también en contra de la contrarreforma laboral de M. Rajoy del 2011 y ahora de nuevo ha demostrado que ERC no es socio fiable y cabe preguntarse: ¿tanto votar lo mismo que los burguesitos y burguesitas de boutique de JpC, lo mismo que el PP y lo mismo que la extrema derecha, cabe preguntarse si realmente es de izquierdas este partido? ¡Por sus obras les conoceréis! dice el evangelio de los católicos, cosa que vale más y mejor para los que somos ateos. ERC sigue viviendo de Maciá, del fusilamiento de Companys y del “ja sóc aquí” de Tarradellas, pero a fuerza de competir históricamente con CyU y ahora con el nuevo ropaje del partido de su expresidente el “honorable” Pujol –gran corrupto–, ERC le lleva a votar contra la subvención de los combustibles de 20 céntimos, contra la subida del 15% del salario mínimo vital, contra el mantenimiento de los ERTEs que tan buen resultado han dado para evitar despidos, contra los 10..000 millones de créditos ICO para las pymes, contra las medidas de bajada de la electricidad dentro de la llamada “excepcionalidad ibérica”, etc. Y no es que ERC vote en contra porque estas medidas no sean suficientemente sociales –que probablemente sean insuficientes- sino por el caso “Pegasus”, por el caso de espionaje a políticos catalanes iniciada en tiempos del PP. Algo repugnante en una democracia, pero que poco tiene que ver con el componente social de la mayor parte de las medidas anteriores. El chantaje permanente de ERC tiene dos efectos: pone en peligro la mayoría de la investidura, es decir, propicia el advenimiento de un gobierno PP-Vox, y aleja de la izquierda al partido republicano, lo acaba convirtiendo en una bocanada de aire fresco de la derecha. Un partido de izquierdas no puede votar en contra de medidas sociales por insuficientes que parezcan, por deficientes que parezcan, por frustrantes que sean, porque siempre tiene, como mal menor, la abstención. Y eso hace con demasiada frecuencia el partido del buen tribuno que es Gabriel Rufián. Y para remate, el motivo aducido del espionaje, conlleva un chantaje inaceptable. El caso del espionaje demuestra las debilidades de la democracia española, pero no vale un trade-off entre Pegasus y IMV, subvenciones a la gasolina o ERTEs preventivos de despidos. La legislatura actual y la mayoría de la investidura es la que es y no da más de sí, pero el PSOE y Podemos deben prepararse ya para no tener que contar en el futuro –antes y después de las próximas elecciones– con ERC, porque no se puede ser de izquierdas a tiempo parcial o cuando no hay ningún chantaje político a la vista para reforzar independentismos. No cuela.